Quiero escribir ahora, antes que le quite importancia y como todo ser humano, imperfecto, orgulloso, lleno de ego...
Olvide.
Olvide lo que hiciste, enseñaste y cuidaste.
Es que en cada paso pude verte, caminando, gateando, arrastrandote junto a mí.
Hay días que quedan plasmados en la mente, cada detalle cada acción, todo está tan fresco, como el día que sucedió. Desperté más temprano de lo normal, pues después de varios meses esperando, por fin llegó la fecha del "taller de Hidroponía y agricultura urbana", salí disparado de la casa, no revisé si mis piernas caminaban con normalidad, o mis manos lograban cerrar hasta donde debían. ¡Qué fácil es tomar por sentado aquellos pequeño milagros! (mover los dedos, o una pierna, quizás sentarse o pararse). Sin embargo, algo extraño pasaba, allí pequeños movimientos que antes eran posibles ahora ya no estaban.
El día parecía pasar con normalidad, primer día de "vaqueras", fue hasta el último periodo donde pude encontrar algo extraño, no podía desenroscar mi botella de agua, ¿y ahora? ¿La apreté demasiado? Mientras caminaba a mi cuarto, sentía cómo las piernas empezaban a ponerse cada vez más pesadas, pero por fin llegué.
¿Qué me pasa?- me preguntaba, "Pierdo fuerza" me decía, mientras recordaba la historia de un familiar lejano, que se quedó inmovil y días después... falleció.
6 de diciembre de 2014
Desperté, dejé todo listo la noche anterior en caso de no poder moverme al día siguiente, me levanté, con más esfuerzo de costumbre, mis brazos parecían ser de plasticina, intentaba ponerme el pantalón y se volvía cada vez más difícil, me coloqué los zapatos y salí, con rumbo a Huehue, como cada fin de semana, esperé el bus enfrente del hospital y pensé : " Paso o no paso", ganó el "No paso".
Aún no sé cómo pero, llegué hasta la camioneta que me llevaría a Huehue, el camino parecía largo, en cada vuelta podía sentir a mis dedos perder la capacidad de sujetarse al sillón, pero llegué.
Así que bajé, casi arrastrándo los pies, y llegué al "local" (Así le decimos a la sala de ventas que tenemos), pude ver a mis papás, y lloré, como hace tiempo no lo hacía, era igual a un niño que después de dar ver a todos lados desesperado al perderse, por fin encuentra a sus padres... les abracé.
"Mis lágrimas son mi pan, de día y de noche,"
Después, vinieron los examenes, tomografías, pruebas de reflejos...
Diciembre no es un mes de grandes ingresos para los que nos dedicamos al bombeo de agua, la mayoría de personas están pensando en navidad, los regalos, atender a la familia, no en invertir para una fuente del vital liquido segura. En conclusión, tampoco teníamos dinero para examenes, sin embargo, Él proveyó en cada examen.
"Como ciervo que brama por las corrientes de agua,
así mi alma clama por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida;"
Aún así, todo parecía normal, el doctor me envió con un especialista, era sábado por la tarde, así que, tendría que esperar dos días más para una consulta regular "Si notás que estás perdiendo el más los movimientos vayan de emergencia"
7 de diciembre de 2014
Desde el día anterior, no había ninguna novedad, ninguna mejoría, tampoco perdí más la fuerza, pasé todo el día en casa, pensando: "'¿Será ésto permanente? ¿Alguna vez volveré a caminar? ¿Escribir? ¿Y si empeora?"... Había miedo, tristeza, incertidumbre.
Los
jóvenes de mi iglesia llegaron esa tarde, les conté lo que me estaba
pasando y oraron por mí, aún recuerdo a mis hermanas, sacar lo que les
inquietaba, llorar al pensar en lo que podría pasarme ¿Qué puedía decirles? ¿Todo estará bien? ¿y si no? Entonces no pude ser más fuerte, y una vez más sin poder detenerlas, mis lágrimas corrieron.
"Pienso en esto, y se me parte el alma;
me acuerdo cuando acompañaba yo a la multitud,
cuando la conducía hasta el templo de Dios
entre voces de alegría y de alabanza,
entre la alegría del pueblo en fiesta."
8 de diciembre de 2014
Salimos de madrugada, debíamos ir a Xela, en busca de un neurólogo, fue allí donde las cosas parecían ponerse peor, bajé las gradas con apoyo, traté de mostrar tranquilidad, aún más cuando noté que la Marita (mi abuelita) me esperaba para despedirme, pero, al pasar frente a ella, una de mis piernas falló y caí, mis papás estaban allí, preparados para la situación así que, pude sentir su respaldo antes de llegar al piso.
Fue entonces, que a unas horas de estar con el especialista, enmedio de la incertidumbre de lo que vendrá, que una vez más Él intervino con dos canciones en mi mente "Noble Sostén" y "¿Quién si no tú?", durante las 2 horas de viaje, estas canciones sonaron se reprodujeron una y otra vez en el carro, y encontré Su paz, se terminó el miedo.
¿Acaso no he creído en esa esperanza que va más allá de la vida o la muerte? ¿Por qué voy a temerle a lo que viene? Pues si me levanto y camino, Tú serás mi refugio y si nunca más vuelvo a hacerlo, Tú serás mi sostén, ¡Ése noble sostén!
"¿Por qué te desanimas, alma mía?
¿Por qué te inquietas dentro de mí?
Espera en Dios, porque aún debo alabarlo.
¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador!"
Llegar al consultorio fue todo un reto, era el segundo nivel y la única forma de subir era por las gradas. Mi mamá levantaba uno de mis pies, mientras mi papás levantaba mi cuerpo, yo para ese momento no era más que una marioneta.
Después del examen físico del doctor, dictaminó:
"Guillain Barré"
Era la primera vez que escuchaba sobre ese síndrome, pero para mi mamá no, así es, aquel familiar lejano, había fallecido por la misma enfermedad. Después de algunos exámenes más, para descartar cualquier otra enfermedad, casi 10 horas de recibir la conclusión del Doctor, fuí hospitalizado, ya no podía moverme y los pulmones empezaban a sufrir el mismo destino que el resto de mi cuerpo, unas horas más y llegaría a mis músculos involuntarios, estómago, pulmones... corazón.
"Dios mío, mi alma está muy abatida.
Por eso me acuerdo de ti
desde estas tierras del Jordán,
desde los montes Hermón y Mizar.
Un abismo llama a otro abismo,
y resuena la voz de tus cascadas.
Todas tus ondas y tus olas pasan sobre mí."
La
primera prueba del neurólogo fue probar mis pulmones, que al ingresar
al hospital ya no podían apagar la llama de un encendedor, aún así, algunas horas después de recibir las primeras dosis de esteroides y vitamina "K", mis pulmones empezaron a responder, así terminó éste largo día.
"Pero tú, Señor, durante el día
me enviarás tu gran misericordia,
y por la noche tu cántico estará conmigo,
con mi oración a ti, Dios de mi vida"